Botánicos
Los productos botánicos en la alimentación animal puede tener un efecto positivo en la digestión, mantener la salud y el bienestar.
La fase que va desde el final de la gestación hasta la lactación (unas 3 semanas antes y 3 semanas después del parto) se conoce como periodo de transición y es una fase muy crítica para las vacas lecheras que plantea numerosos retos fisiológicos.
Durante esta fase existe un mayor riesgo de trastornos metabólicos de la homeostasis del calcio que dan lugar a la paresia de la parturienta. Además, la ingesta de alimentos, frecuentemente baja después del parto, combinada con una elevada necesidad de energía (para la síntesis del calostro y la leche), conduce a un balance energético negativo. Como resultado, se produce una fuerte movilización de la grasa corporal, que puede conducir a la cetosis y al hígado graso si no se interviene.
Los desequilibrios metabólicos, especialmente la deficiencia de calcio después del parto, son en la práctica a menudo "puertas abiertas" para otras enfermedades (metabólicas).
El calcio es necesario para muchas funciones metabólicas, como la formación del esqueleto, la transmisión de los impulsos nerviosos, el movimiento muscular, la coagulación de la sangre y las actividades enzimáticas, incluido el equilibrio de la insulina. Con el inicio de la lactancia, la necesidad de calcio aumenta drásticamente. Al final de la gestación, la necesidad diaria de calcio del feto es de 4-5 g, un litro de leche contiene 1,25 g de calcio, un litro de calostro incluso 2-2,5 g de calcio. Los mecanismos reguladores se enfrentan a un reto extraordinario para mantener la concentración de calcio en sangre dentro del rango fisiológico. La parathormona de la glándula paratiroides, la calcitonina de la glándula tiroides y la vitamina D3 (calcitriol) están en el centro de la regulación. Cabe destacar que la paresia parturienta hipocalcémica no está causada por una carencia primaria de calcio, sino por un trastorno de la regulación de los mecanismos mencionados. Dado que el calcio interviene en el control de la insulina, la hipocalcemia después del parto suele ser una puerta de entrada a otras enfermedades (metabólicas), como se demuestra en la figura siguiente.
La glucosa es el combustible universal para todos los procesos metabólicos, incluido el rendimiento reproductivo. A diferencia del animal monogástrico, el rumiante sólo dispone de una pequeña cantidad de glucosa en el intestino para su absorción, ya que los hidratos de carbono ya se han descompuesto en ácidos grasos de cadena corta en el rumen y se han absorbido. De éstos, el propionato en particular se utiliza para la gluconeogénesis. La concentración de propionato en la sangre de la vaca es máxima poco después de la ingesta de alimento y, por consiguiente, también la actividad de la gluconeogénesis en el hígado, el órgano principal de la gluconeogénesis. En las vacas lecheras de alto rendimiento, la gluconeogénesis eficaz es esencial para regular la concentración de glucosa en la sangre.
El inicio de la lactación se caracteriza por un rápido aumento de la producción de leche con un incremento retardado de la correspondiente ingesta de alimento. Como fisiológicamente se da prioridad a la producción de leche, la entrada de glucosa en el tejido de la ubre es independiente de la insulina y no directamente dependiente de la glucosa. El resultado es un balance energético negativo que obliga al organismo a movilizar reservas.
Esta movilización genera un aumento de los ácidos grasos no esterificados (NEFA) en la sangre. Si éstos no pueden metabolizarse en energía a través de la β-oxidación porque se supera permanentemente la capacidad de procesamiento del hígado, los triglicéridos se acumulan en el tejido hepático y aumenta el riesgo de padecer un síndrome de hígado graso. Las concentraciones elevadas de cuerpos cetónicos provocan una renuencia a comer y, en casos graves, también desencadenan síntomas nerviosos. La pérdida de apetito varía al principio y luego aumenta, dejando de comer ensilado y concentrados y, por último, heno. Las vacas se adelgazan y la producción de leche disminuye.
Como en el caso de la paresia parturienta, en caso de cetosis también pueden producirse numerosas enfermedades secundarias de depresión del consumo de alimento. Éstas conducen a una reducción general del rendimiento y pueden requerir tratamiento veterinario o incluso la retirada de los animales enfermos del rebaño.
Durante la movilización de las grasas, los ácidos grasos libres, los radicales libres (ROS) y las citoquinas proinflamatorias estresan el retículo endoplásmico de la célula (estrés del RE). Este proceso favorece el desarrollo de enfermedades metabólicas (síndrome del hígado graso, cetosis, resistencia a la insulina) y la inflamación crónica. La reducción efectiva del estrés del RE en la célula puede prevenirlo. Especialmente los polifenoles vegetales muestran efectos positivos a nivel celular en este sentido.
Al inicio de la lactancia, es importante romper el círculo vicioso del balance energético negativo, la movilización de grasas y el síndrome del hígado graso. El metabolismo energético eficaz es crucial en este caso, en el que la L-carnitina desempeña un papel clave transportando los ácidos grasos a las mitocondrias, donde se metabolizan mediante β-oxidación para producir energía.
Cuanto más se descomponen las grasas, más importante es la descomposición de acetil-CoA mediante la excreción de acetilcarnitina a través de la orina y la leche. Esto describe otra función importante de la L-carnitina. Esto reduce la formación de cuerpos cetónicos y el riesgo de cetosis.
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